· Sabe usted porqué nos dicen manudos
Juan José Arce Vargas
Periodista carnet 1194
Periodista carnet 1194
En el Parque de Los Mangos en Alajuela, los apodos conviven
como parte de nuestra idiosincrasia, no siendo otra cosa, que el reflejo de
nuestro temperamento, carácter y distintivo como habitantes de esta ciudad; a
quienes el resto de los costarricenses nos conocen como los manudos.
Muchos han querido evitar transitar por el Parque Central o Parque
de Los Magos, para no ser sellado con algún apodo. Entre las anécdotas se
cuenta que un hombre quien se encontraba haciendo mandados para la casa, debía
pasar por el Parque de Los Mangos, decide, como estrategia, y así evitar el
apodo, caminar muy rápido por el parque, deteniéndose detrás de cada árbol de
mango, para no ser percibido, así lo hizo hasta terminar de transitar todo el
parque. Ingenuamente creyó que nadie lo había visto, y que estaba libre de
cualquier apodo, no había terminado de cruzar la calle, cuando desde la esquina
suroeste del parque – hoy apodada la esquina de las palomas muertas-, le gritaron:
¡Qué paso Misterio!
Hay muchos personajes que nacieron a la sombra del Parque de Los
Mangos; para quienes pasamos la infancia y adolescencia en Alajuela, disfrutamos
de la presencia de los locos del parque que convivían en ese lugar, como olvidar
al famoso “Casadora”, dicen que era oriundo de Cartago, pero pasaba sus largas temporadas
en Alajuela, y aunque no tenía carro, siempre gustaba de parquear en reversa al
costado sur de La Catedral.
De mis favoritos, estaba “Jalisco”, su familia era Los Salazar en Calle Real, Alajuela centro, de figura menuda, tan solo se requeriría gritar ¡Viva Pepe Figueres! para
sentir el madrazo que le mandaba, a veces daba media vuelta y empezaba la persecución
de aquel que se atreviera a vociferar el nombre del caudillo de Liberación Nacional.
Dicen que murió, una noche de lluvia, cuando durmiendo en un lote baldío, los
fuertes vientos desprendieron un gran anuncio de metal a la orilla de la calle,
cayéndole al pobre Jalisco encima. Las malas lenguas dicen que cuando
encontraron golpeado a Jalisco, el anuncio agresor leía: Imperial, la
cerveza de Costa Rica.
Cortesía de mi amigo, Rodrigo Villalobos,
apodado “Pato”, esta recopilación de imágenes de personajes de Alajuela, unos más formales que otros, como "El Brujo" Castro, por su presencia mediática.
Como no recordar a Francisco “El pelón” o “Gato” Alvarez, el
histórico masajista de Liga Deportiva Alajuelense (LDA).
Ya
no vive en Alajuela, pero el corazón manudo siempre lo lleva. Marvin Gordon, el
famoso técnico de las gradas, parte del combo de Badú Viera aquel técnico
brasileño que enamoró la afición; con su radio de transistores al oído, Gordon dirigía
los partidos desde la gradería Este (bautizada con el nombre de Alejandro
Morera Soto, ahí yacen los restos del “Mago del Balón”), a veces desde la
gradería Sur (bautizada con el nombre del portero Alejandro González). Hoy la
gradería norte del estadio lleva su nombre.
Balacho, maestro de los trompos, artesano de la madera e inventor, tenía una silla de ruedas con una manivela que lo subía para quedar a altura.
La “Pocheoferta” – Mozote, qué quiere. – Dame un lechero. Tenga Mozote. -Poche, ¿ y el vuelto? No hay vuelto mozote, tome una melcocha, la “Pocheoferta”. Agarré
la “Pocheoferta”, porque si no me iba “hueso”.
Don Chepe, famosa Soda Chepe, diagonal a la esquina sureste
del Parque Central, posteriormente antigua Monpik.
Balacho, maestro de los trompos, artesano de la madera e inventor, tenía una silla de ruedas con una manivela que lo subía para quedar a altura.
Jorgito,
con una vida muy dura, ya mayor era como un niño, recordando a su madre, siempre
enamorado, esta foto en el antiguo Colegio de señoritas María Auxiliadora que
se derrumbó con el terremoto de Alajuela, hoy parte del parque Juan Santamaría.
La “Pocheoferta” – Mozote, qué quiere. – Dame un lechero. Tenga Mozote. -Poche, ¿ y el vuelto? No hay vuelto mozote, tome una melcocha, la “Pocheoferta”.
Las
damas, alrededor del parque de Los Mangos, guardan gran parte de la memoria
histórica, como “La abuela”, otrora dedicada de los carnavales, “La Ñajita” en
la esquina oeste de la entrada de La tienda Llobet y doña Adilia siempre moliendo
maíz.


Sin embargo, sin duda, los “chicheros” o los “locos” del
Parque Central, son los más recordados, como Zopilota, el pintor, con todo el
garbo de antaño.
Tejón caminando por el parque de Los Mangos, detrás el antiguo cine Milán, al fondo el balcón del Cencerro de la estimable familia Molina.
De los más conocidos, “Chingapuro”, irreverente por naturaleza.
-Chingapuro mariguano, le gritaban. – Agarrámela con la mano, contestaba.
Ramón,
famoso “Monrra”, quien se atrevía a retarlo, sacaba todo su repertorio de artes
marciales, uno de los infaltables en el Parque Central, con el Maraquero,
siempre con el mismo repertorio, enamorado como el que no más, a las mujeres no
les cobraba, pero si andaba con el novio de la mano, sí cobraba y sacaba del
repertorio: ¡Que se mueran los feos!, a doble voz, ,
aunque nadie aceptaba, siempre la cantaba ¡Ecolecuá!.
En Alajuela abundan apodos inspirados en anécdotas
personales, la apariencia física o las tradiciones familiares; de los apodos
familiares más conocidos son el de Los Papas y Los Mantequillas; como es común en
los pueblos, el romance surge entre los miembros de familias tradicionales. Los
novios no habían contraído matrimonio, ni quedado embarazada la señora, ni
nacida la criatura, cuando la potencial familia ya tenía apodo: Los Puré.
Aunque los apodos son descalificativos de burla, la verdad es que en Alajuela mucho los reciben con humor, inclusive con algún grado de dignidad. De los más conocidos están: Guayabudo, Carbura, Guarito, Pichichío, Puntillas, Latas, Clavija, Copetilla, Gusano de Queso, Yoyo, Gorriche, Cañón, Lolita Miado, Canfín, Cachito, Cachirulo, Chochón, Marachón, Cachacha, Cachetes, Candado, Chocoleta, Circuito, Caifás, Micón, Momia; otros más específicos de comparaciones con animales como Pollo Macho, Buey Manso, Gallina, Comadreja, Yigüirra, Gato, Gato de Lujo, Pajarito, Zopilota, Tejón, Sapo de Laja, Perico, Pichón de Mamut; u acerca de atributos físicos como Jupa de Lancha, de Huevo, de Foco o de Plancha, o bien, Cara de Sol, de Luna, de Cuijen, de Tanda, de Litro, de Perro, de Yegua, de Caballo, de Guaba, de Banano, de Manga, Gordo Malo, entre otros.
Aunque los apodos son descalificativos de burla, la verdad es que en Alajuela mucho los reciben con humor, inclusive con algún grado de dignidad. De los más conocidos están: Guayabudo, Carbura, Guarito, Pichichío, Puntillas, Latas, Clavija, Copetilla, Gusano de Queso, Yoyo, Gorriche, Cañón, Lolita Miado, Canfín, Cachito, Cachirulo, Chochón, Marachón, Cachacha, Cachetes, Candado, Chocoleta, Circuito, Caifás, Micón, Momia; otros más específicos de comparaciones con animales como Pollo Macho, Buey Manso, Gallina, Comadreja, Yigüirra, Gato, Gato de Lujo, Pajarito, Zopilota, Tejón, Sapo de Laja, Perico, Pichón de Mamut; u acerca de atributos físicos como Jupa de Lancha, de Huevo, de Foco o de Plancha, o bien, Cara de Sol, de Luna, de Cuijen, de Tanda, de Litro, de Perro, de Yegua, de Caballo, de Guaba, de Banano, de Manga, Gordo Malo, entre otros.
Gordo Malo, hoy vendedor de queso tierno.
Gato Villalobos, en fina estampa
Jorge Villalobos, famoso “Puntillas”, acérrimo aficionado del
Club Sport Herediano. “El Team”, su debilidad, pero el corazón manudo no lo pierde.
¿Por qué nos dicen
manudos?
Relata que el apodo de “manudos” nace con las primeras
exportaciones de café que buscaban su salida al puerto de Puntarenas, en la
primera aduana instalada en 1780, en La Garita en las inmediaciones del Río
Grande, cuya misión era evitar el contrabando del tabaco por parte de sus custodios,
campesinos recios y curtidos, conocidos por sus manos grandes y fuertes dan
inicio de la leyenda.
Con el transitar histórico, se terminó el ferrocarril al
Pacífico en 1910, después de 12 años de construcción, otra estación de aduana
fue instalada en Río Segundo de Alajuela, puerta de entrada a la Ciudad de Los
Magos, custodiada por otros campesinos de manos enormes, que vino a reforzar la
leyenda de “manudos”.
Otro relato más veraz, hace referencia a la
rivalidad histórica, entre los alajuelenses liberales que apoyaron la República
y los heredianos conservadores, en favor de los imperialistas españoles, desde
La Batalla de Ochomogo en 1823, ya en época de paz, cuando el expresidente
Tomás Guardia decide iniciar la construcción del ferrocarril al Pacífico desde
Alajuela, los alajuelenses se percatan que los tendederos de las casas de los
heredianos estaban muy cerca de la línea del tren, como broma deciden, estirar sus
manos desde los balcones del tren, para tomar la ropa íntima de los heredianos,
al pasar el tren, los florenses furiosos les gritaban “manudos” que significa
manos largas, manos sueltas o manos de seda.