En ocasiones la vida de grandes hombres; esos genios y figuras que destellan en las artes, las letras y la política, guardan historias de vacíos o áreas que no fueron llenadas a lo largo de sus vidas, quizás una de las más importante la familia. Sin embargo, a pesar de su personalidad fuerte. La vida familiar de don Alberto Cañas Escalante (q.e.D.g.) estuvo rodeado de cariño, respeto y amor. Es por ello que rescato las palabras de su hijo mayor, Víctor en la inauguración de la Cátedra de Ética y Responsabilidad Social de la Comunicación Alberto F. Cañas Escalante del Tribunal de Honor y Ética del Colegio, presento a continuación el discurso de don Víctor Cañas Collado, el pasado 25 de marzo de 2015.
Mensaje de don Beto a los periodistas: https://www.youtube.com/watch?v=u0WcZquBB08&hd=1
Juan José Arce Vargas
Periodista
Colegio Periodistas de CR,
25 de marzo de 2015.
Es costumbre en ocasiones
como estas invitar a un pariente cercano al homenajeado a dirigir a los
asistentes unas palabras. Me temo que por no haber heredado de mi padre ni
pizca de sus dotes de orador y facilidad de palabra no soy el más indicado.
Estoy aquí únicamente por ser su hijo mayor.
De parte de mis hermanos,
nuestros hijos y nietos, quiero manifestarle al Tribunal de Honor y Etica
Profesional nuestro enorme agradecimiento por la creación de la Cátedra Alberto
Cañas. Estamos seguros de que será un foro de altísimo nivel que honrará la
memoria de nuestro padre y las causas por las que tanto luchó.
Me sugirió Doña Beatriz (Pérez, miembro de Tribunal de Honor y Ética), que
hablara un poco sobre como vivimos o como nos influenció el pensamiento de mi
padre en nuestra vida familiar. Lo que me propongo es contarles un poco de eso,
necesariamente visto desde una óptica personal y con la perspectiva de los
años. Cómo siento que mi padre me orientó, y orientó es la palabra clave de la
educación que mis hermanos y yo recibimos de él, pues fue más que todo un
orientador en los caminos que nos dejó libremente escoger. Intentaré hacerlo
contándoles un poco de sus gustos personales y de su manera de ser con
nosotros.
Tratando de preparar estas
palabras busqué el significado de ética en un diccionario etimológico. Dice lo
siguiente “La palabra ética proviene del griego antiguo (êthicos), derivada de
êthos, que significa carácter”.
Mi padre fue sobre todo un
hombre de carácter. De carácter fuerte. Pero en el seno familiar fue más bien
suave, dulce y comprensivo. Nunca impuso a sus hijos sus ideas, y nunca ni
siquiera nos insinuó qué debíamos hacer con nuestras vidas. A mi nunca me
preguntó donde andaba o que anda haciendo cuando de joven llegaba a deshoras a
la casa. Nunca me castigó. Nunca me regaño.
Nos corregía con un “eso no hace. “ Y punto.
Nos influenció con su
ejemplo. Con su conversación. Con su actitud. Con su comportamiento. La ética y
la responsabilidad social (refiriéndome al nombre de la Cátedra) no eran temas de conversación en sí, pero estaban
latentes y presentes en nuestro hogar. La política y la situación del país sí
eran temas de conversación y discusión casi que cotidiana. Defendía sus puntos
de vista ante nosotros con vehemencia pero respetaba lo que pensábamos No
soportaba la deshonestidad y menos en la política. Y nos predicaba con el
ejemplo.
Cito a continuación otro
párrafo referente a la ética:
“La ética es diferente de la
moral, porque la moral se basa en la obediencia a las normas, las costumbres y
preceptos o mandamientos culturales, jerárquicos o religiosos, mientras que la
ética busca fundamentar la manera de vivir por el pensamiento humano.”
Mi padre repudió con
vehemencia todo lo que tuviera el mínimo tufillo a dogma. Ya fuera religioso,
político, social o de cualquier índole. Por eso pienso que fue un Social
Demócrata, porque la socialdemocracia no pretende tener un credo, no tiene un
manual de instrucciones. No soportaba el reglamentismo del “aquí dice”
refiriéndose a algo que no se podía hacer porque estaba escrito en un papel.
Fundamentó su vida en su
propio pensamiento sin ataduras y sin dogmas. Y ese pensamiento permeó y formó
el comportamiento de sus hijos y me atrevo a decir que también de sus nietos.
Pero no sólo con su ejemplo
nos formó. Nos orientó y fomentó en nosotros el gusto por la lectura, la
música, las artes plásticas, el teatro y el buen cine. A mí me despertó el
placer de leer con las novelas de Julio Verne. Me regaló la colección completa
y leímos gran parte de ella juntos comentando y pasándonos de uno a otro las
que íbamos leyendo.
Más tarde me regaló el Proceso
de Kafka novela que tuvo en mi un gran impacto y luego me introdujo los autores
latinoamericanos, no sólo los más conocidos del boom, sino que me indujo
también a Álvaro Mutis, a Mario Benedetti y a Jorge Amado. Decía que la mejor
literatura era aquella que contaba bien una historia y donde había una comunicación
clara entre autor y lector, por eso me atrevo a citar dentro de los miles de
autores que leyó a tres de los que considero entre sus favoritos, los tres
grandes narradores de historias: Stephan Zweig, Luigi Pirandello y Benito Pérez
Galdós. Por otro lado mucho de lo de Julio Cortazar no le gustaba por ser
“innecesariamente enredado.”
Fue amante del buen cine al
que aplicaba la misma norma que a la literatura. Tener una buen argumento y
contarlo bien.
En la época en que fue crítico
de cine y firmaba sus crónicas con el pseudónimo OM, allá por los años
cincuentas, me llevaba con a mi madre Alda a tanda de 7 por lo menos una vez
por semana. Fueron veladas maravillosas, tendría yo alrededor de 10 años, e ir
al cine de noche con mis padres y luego oírlos discutir la película me abrieron
los ojos a un mundo que, en una época sin TV era para mi totalmente nuevo.
Decía que el mejor año de la
historia del cine fue 1936 y entre sus directores favoritos de esa época están
Frank Capra y Ernst Lubitsch. De otras épocas hablaba de John Ford, John
Houston, Alfred Hitchcock, Billy Wilder, Akira Kurosawa y de los más recientes
Steven Spielberg y Clint Eastwood. De los directores que no soportaba, por las
mismas razones que no le gustaba Cortázar, fue Ingmar Bergman.
Admiraba Greta Garbo,
Spencer Tracy, y a los ingleses Lawrence Olivier, Peter O’Toole y Anthony
Hopkins y decía que la mejor actriz de todos los tiempos es Meryl Streep.
Nunca soportó a Marlon
Brando. Debe haber sido porque lo conoció personalmente….
Disfrutaba enormemente de
los westerns y se lamentaba de que fuera un genero que se extinguió. Lo mismo
le ocurrió con el cine francés del cual decía, se acabó cuando le dio por
imitar al norteamericano.
Casablanca, Ladrones de
bicicletas y Lo que el viento se llevó, eran 3 películas que decía que había
que ver de vez en cuando. Tenía una enorme colección de discos y le gustaba
tanto la música clásica como la popular. Fue un gran conocedor de la canción
estadounidense de los 30s y 40s. De Cole Porter, Gershwin, Jerome Kern, Richard
Rodgers y Harold Arlen y de las big bands y los cantantes que las
interpretaban.
Aficionado a la comedia
musical norteamericana que vio nacer y en su criterio morir en los años 70s por
falta de buenos compositores.
De joven fue un buen
bailarín de tango y durante su estadía en Nueva York como embajador ante las
Naciones Unidas ganó con mi madre un concurso de baile de Rock and Roll. Le
gustaban los Mariachis y los boleros de Ernesto Lecuona. Decía que los tangos
estaban a otro nivel por tener letras de grandes poetas argentinos. No le
gustaban los boleros cantados por tríos de guitarra ni las frecuentes
cursilerías de Agustín Lara.
A mi me introdujo a la
música clásica a través de mi gusto por el jazz. Primero me regaló un disco con
Rapsodia en Blue de Gershwin y luego me hizo ver la estrecha relación que hay
entre el jazz de uno de mis jazzistas favoritos, Dave Brubeck y la música
barroca, especialmente la de Bach.
Su música clásica preferida
fue la que va del pre-romántico (Mozart, no Haydn) pasando por el romanticismo
hasta el post romántico de Rachmaninoff. Soportaba a Stravinsky, pero no a
Prokofiev ni nada que fuera atonal, pues, insistía que la música debe tener
sobre todo una melodía.
Melodía que uno debía poder
salir silbando después del concierto. Desarrolló una gran afición por los
contemporáneos Henryk Górecki el minimalista Phillip Glass.
Consideraba buena música la
de los impresionistas franceses (Debussy, SaintSaëns. Ravel, Berlioz y Bizet)
quizá porque sus pintores favoritos fueron sus contemporáneos los también
impresionistas franceses destacándose Monet y sus lirios como el que más le
gustaba. Nunca lo oí hablar bien de la pintura abstracta, y menos del arte
conceptual.
Le encantaban las cómicas y
las farsas. Lo que desmiente el decir que era un cascarrabias. Disfrutaba y se
desternillaba con las cómicas mudas de Buster Keaton, Harold Lloyd y Charlie
Chaplin.
Los Hermanos Marx y Laurel y
Hardy eran sus favoritos. Nos hablaba del argentino Luis Sandrini y nos
recomendaba las Ealing Comedies inglesas y decía que Peter Sellers y Cantinflas
y fueron los últimos verdaderos cómicos.
Este sentido de humor lo
plasmó en los inicios de su columna Chisporroteos y en la Piapia, periódico que
publicó por años con sus compinches Roberto Fernández y Alvaro Fernández, medio
satírico y choteador que no dejaba títere con cabeza.
También están ahí están sus
comedias y cuentos como Uvieta, Operación TNT, La Soda y el FC que son testigos
de ese enorme sentido de humor.
Mi padre no se definía así
mismo, como dramaturgo, político, abogado, escritor, diplomático o profesor. El
decía que era periodista.
Por eso estoy seguro que
estaría hoy tan complacido de que el colegio creara una Cátedra de la Etica y
la Responsabilidad Social de la Comunicación, como agradecidos, y orgullosos
estamos sus descendientes de que esta cátedra lleve su nombre.
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