En el
parque Morazán hay un monumento cívico esculpido por Juan Ramón Bonilla en 1918,
de don Rafael Barroeta Baca quien nació en Cartago en 1798, muriendo en Esparza
en 1880.
Rafael Barroeta y Baca, fue casado
dos veces; llegó al final de sus días terrenales sin hijos, con una fortuna
cuantiosa, dueño de varias fincas de café, cacao, caña de azúcar y ganado en El
Cacao de Alajuela y la finca Catalina en Guanacaste.
Su fortuna era enorme, tanto
que al morir destinó un Fondo de Becas para Juventud de cien mil pesos de 1880,
aproximadamente cerca de dos mil quinientos millones de colones, o 4,5 millones
de dólares, actuales.
El Fondo de Becas para
Juventud Barroeta, fue administrado por una Junta quien se apegó a la letra del
testamento que indicaba que los estudiantes solo debían recibir para sus estudios
cinco colones mensuales.
En 1880 ese dinero, permitía,
inclusive ahorrar y dejar crecer un patrimonio, pero con el tiempo, los cien
mil colones crecían en intereses y principal, alcanzando para las dietas y copiosos
almuerzos de la Junta Directiva que administraba el Fondo.
Ya en pleno siglo XX, los
últimos descendientes de don Rafael, los hermanos Rafael y Carmelina, eran
ancianos sumidos en la pobreza extrema, ambos solicitaron ayuda a la Junta del
Fondo Barroeta que les denegó el apoyo económico porque el testamento
estipulaba que era únicamente 5 colones para estudios.
La devaluación de la moneda
costarricense generó que los cinco colones que entregaban a los estudiantes,
cada vez alcanzaran menos. Para el siglo XX, la depreciación era mayor y para
la década de los años setentas, cinco colones equivalían como 1 dólar al mes.
El Fondo de Becas de Juventud
Barroeta cumplió su propósito entre 1880 y 1969, beneficiando inclusive a
futuros presidentes, ministros, magistrados, empresarios e intelectuales, como
Rafael Ángel Calderón Guardia, Abel Pacheco De La Espriella; el expresidente de
la Corte Suprema de Justicia, Víctor Guardia Quirós; ministros como Gonzalo
Facio, Claudio Volio Guardia, Carlos José Gutiérrez, Benjamín Piza Carranza,
Fernando Volio Jiménez; académicos como Rodrigo Facio, Luis Demetrio Tinoco,
Jaime Solera Bennet, Claudio Gutiérrez Carranza, Francisco de Paula Gutiérrez;
médicos como Manuel Aguilar Bonilla, Carlos Gutiérrez Cañas, Jaime Gutiérrez
Góngora, Rogelio Pardo Evans; escritores como Joaquín Gutiérrez, escultores
como Hernán González, poetas como Juan Antillón Montealegre y Ricardo Ulloa
Garay, el abogado de La Nación Fernán Vargas Rohrmoser e inclusive el
presentador de televisión Carlos Alberto Patiño, entre muchos otros
estudiantes.
El Fondo contribuyó, pero
terminó acabándose, éste no llegó al siglo XXI, además, si lo piensa bien, qué
podría comprarse con 5 colones hoy día.
Al igual que el Fondo de
Juventud Barroeta, como sucede en Costa Rica, con la familia y la patria, más
tarde que temprano llegaran las crisis económicas, y aunque se haya vivido de
las herencias estas terminan acabándose.
Costa Rica aún, en cierta
manera, disfruta de las herencias de la economía del café y el azúcar, pero
póngase a pensar cuántos sacos de café, quintales de café o racimos de banano
se requieren para adquirir los casi 30.000 automóviles que aproximadamente se
compran anualmente en Costa Rica en los últimos años.
Con el costo de la vida actual,
la encrucijada de las herencias del cacao, caña de azúcar, ganado y café se nos
acabó. En ese camino, el Gobierno, las juntas directivas o administradoras, las
rectorías deberían pensar menos en sus dietas y privilegios y más en becas para
que futuras generaciones produzcan más y mejores bienes y servicios.
Moraleja, las obras que
dejemos de hacer con los colones de hoy, mañana nos costarán el doble, el
triple o hasta cien veces más, o no existirán los recursos, debido a que la
devaluación, la depreciación y el poder adquisitivo de nuestra moneda será cada
vez menos.
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