viernes, 13 de diciembre de 2024

LA CAÍDA DE LA GUERRA FRÍA

 Dos visiones antagónicas de los conceptos de libertad, orden y valoración de la condición humana que amenazan y debilitan los sistemas democráticos, hasta llegar a cuestionar nuevamente la existencia misma del ser humano, ante la posible catástrofe nuclear de una guerra imposible de ganar, todos pierden.

Juan José Arce Vargas
Periodista Exdiplomático

El fin de la Guerra Fría, fue el 9 de noviembre de 1989, cuatro décadas de rivalidad por el dominio militar de las dos mayores super potencias, Estados Unidos de América (EE.UU.) y la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), entablaron una guerra ideológica entre Capitalismo y Comunismo.

La ciudad de Berlín fue el máximo símbolo de esa división, un mismo pueblo separado por un muro. Alemania Occidental, democrática, de un lado y la Alemania Oriental, comunista, por el otro, bautizada irónicamente como República Democrática de Alemania (RDA).

Erich Honecker secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) había controlado la Alemania Comunista con opresión y represión a opositores, desde 1971 hasta 1989, con el apoyo del Ministerio para la Seguridad del Estado (STASI), una de las organizaciones de espionaje más eficaces y temidas del siglo XX.

Un lustro antes de la caída del Muro de Berlín, Mijaíl Gorbachov, con 54 años, asume el cargo como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (URSS) debido al fallecimiento prematuro de los líderes del Partido que lo precedieron; Yuri Andrópov, 15 meses, en el cargo (1982-1984) y Konstantín Chernenko, poco más de 1 año.

Gorbachov, ante la crisis económica de la URSS, promulgó dos grandes reformas, la primera la “Perestroika” (reestructuración, en Castellano) que buscaba modernizar y descentralizar la economía soviética y la segunda, el Glasnost (en español, apertura) que dotaba de transparencia política, libertad de expresión y acceso a la información, algo impensable en un régimen totalitario y represivo.

Fue una luz de libertad para un pueblo que anhelaba una vida diferente. El 6 y 7 de octubre de 1989, Mijaíl Gorbachov se reunió con Erich Honecker en Berlín Oriental, para celebrar el 40.º aniversario de la fundación de la República Democrática Alemana (RDA), dejando claro las reformas y que no daría apoyo militar para represiones.

Honecker, jefe de Estado de la RDA, no compartía las ideas del jefe y máximo líder soviético. Los alemanes del Este sabían que las cadenas se estaban resquebrajando, con base en la reforma democrática de Gorbachov, organizaron una serie de vigilias, huelgas de trabajadores y manifestaciones en pro de más libertades.

Quizás, la manifestación más importante fue en Leipzig, 70.000 personas salieron a las calles con velas en sus manos para rodear la sede central de la STASI, máximo símbolo de opresión. Honecker quiso intervenir violentamente, pero la protesta era masiva y pacífica, por lo que no hubo aprobación ni apoyo de Moscú.

Honecker fue obligado a dimitir como jefe del gobierno de la República de Alemana Oriental, sustituido por Egon Krenz quien decide  otorgar  la libertad a los alemanes del Este para viajar a la Alemania Occidental.

El anuncio se haría en conferencia de prensa, designan a Günter Schawboski como vocero quien no tenía claro las directrices, porque no es lo usual que en un régimen totalitario se permitan ruedas de prensa, ni mucho menos con prensa extranjera con la posibilidad de repreguntar.

Cuando el periodista británico Daniel Johnson, del The Daily Telegraph pregunta a Schawboski si esa medida aplica para el Muro de Berlín, responde que la directriz es inmediata en todas las fronteras.

La noticia corrió como lluvia en el desierto, en las sedientas gargantas de libertad de los alemanes del Este, quienes se apostaron en los puntos migratorios del muro de Berlín. No había autorización oficial, fueron horas de mucha tensión, los controles migratorios no habían sido notificados, pero al final permitieron el paso al lado occidental de la ciudad, fueron días de gran júbilo que termina con la demolición del Muro de Berlín.



Procedió con la unificación de Alemania, no fue posible sofocar ni reprimir los deseos de libertad de las personas para siempre, la instauración del sistema democrático es una realidad.

Lo siguieron los países de la llamada “Cortina de Hierro” controlados por la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania y la antigua Yugoslavia que luego se dividió en cinco países, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia.

También se separaron 11 países de la antigua URSS, en Europa, las repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania-, Bielorrusia, Ucrania, y Moldavia; en el Cáucaso asiático, Armenia, Georgia y Azerbaiyán; en Asia Central; Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán; y finalmente, con la firma la firma del Acuerdo de Belavezha, el 8 de diciembre de 1991, Rusia que se declara república independiente, fue el fin de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS).

Estados Unidos y Europa Occidental celebraron por todo lo alto la disolución de la Guerra Fría, sin necesidad de una guerra imposible de ganar, pensando que nunca más sucedería de nuevo.

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