"Los enemigos que matáis, gozan de buena salud.", frase célebre del premio Nobel de Literatura 1957, Albert Camus, en su libro Calígula, cuya exploración filosófica del emperador romano, relata de alguna manera lo que está sucediendo en el nuevo orden mundial, y cómo Occidente, especialmente EE.UU., permitió el resurgimiento hegemónico de Rusia y la Guerra Fría, en la geopolítica mundial.
Juan José Arce Vargas
Periodista y exdiplomático
Los líderes occidentales,
después de la caída del Muro de Berlín, habían dado por concluida una sombra
que los persiguió por cuarenta años, desconociendo que los ciclos en la
historia se repiten, que los sueños imperialistas rusos no se desvanecen ni mueren
cuando son sembrados desde una educación temprana en una propaganda
consistente.
En 1945, en la conferencia de
Yalta, cuando se reunieron los lideres de los países del Eje, conocida como
“Gran Alianza”, ganadores de la Segunda Guerra Mundial, Iósif Stalin, Winston
Churchill y Franklin D. Roosevelt, jefes de Gobierno de la Unión Soviética, del
Reino Unido y de Estados Unidos respectivamente.
Roosevelt confiaba en Stalin,
inclusive de forma humorística mencionaba que “se parecía a su tío Joe”.
Después de la conferencia de Yalta, la URSS rompe la Gran Alianza e inicia la
Guerra Fría.
Ya como presidente de Rusia,
Putin da un giro a su política exterior que se orienta al acercamiento con
Occidente, los enemigos se controlan de cerca. Primeramente, establece lazos
con la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), creada como alianza
militar de las potencias europeas y EE.UU. para contener la expansión soviética
en la Guerra Fría.
La OTAN abre oficinas en
Moscú, posteriormente invita al líder europeo del momento, el Primer Ministro
Británico, Tony Blair y su esposa, a la ópera Guerra y paz de Prokófiev, en San
Petersburgo, su ciudad natal, para mostrar la aparente y genuina apertura.
Seguidamente, el 16 de junio
del 2001, Putin se reúne con el presidente George W. Bush. Ese día en
conferencia de prensa, le preguntan al mandatario Norteamericano: ¿si confiaba
en Putin? El presidente Bush responde,
“Lo miré a los ojos. Me pareció muy directo y digno de confianza.
Tuvimos un buen diálogo. Pude sentir su alma”.
Bush emula la actitud del
expresidente Franklin Roosevelt, medio siglo antes, abriendo la puerta de una
alianza que no se puede controlar, establecer lazos de amistad, en un líder
ruso con quien no debe confiar.
Curiosamente la mayoría de las
constituciones políticas de Occidente tienen tradición judeo-cristiana, muchos
de sus líderes se autodenominan creyentes, pero
poco acuden al consejo de la Biblia o la Torah, aunque para los judíos
es diferente, reconocen quienes son amigos y enemigos y con quienes tiene
margen de maniobra. Eso se observa en la guerra entre Israel y Palestina.
Las escrituras bíblicas hacen
referencias a la extrema cautela con los enemigos, con quienes no se debe
entablar relaciones de amistad o confianza, inclusive menciona ni siguiera
tomar objetos de los enemigos, por ser anatemas (maldiciones), como se describe
en la orden de la conquista de la tierra prometida en la batalla de los
israelitas contra Jericó (Josué 6:18).
Algunos teólogos van más allá,
identifican en Rusia y otras áreas de Europa del Este y Asia Central, como descendientes
del pueblo de Og, raza de gigantes que habitaron el este del río Jordán, Og
conjuntamente con Magog, Mesec y Tubal (Ezequiel 38-39) son los pueblos
mencionados en las profecías apocalípticas como participes de la última guerra
de la Humanidad. (Apocalipsis 16 y 20).
Claro está, no necesariamente
son verdad en su visión, ya que las escrituras sagradas del Judaísmo y
Cristianismo son sujetos a diversas interpretaciones de teólogos e investigadores, sin embargo, ante
una posible guerra nuclear, ésta sólo puede generarse con quiénes posean ese
armamento, siendo muy probable que constituya el fin de la especie humana y el
planeta Tierra.
Con la caída de la Unión
Soviética, los misiles nucleares quedaron diseminados en varios estados de la
URSS. El mayor arsenal en Rusia, el segundo en Ucrania y otros como en Georgia.
La OTAN ayudó a Rusia al desarme de las armas nucleares de las antiguas
repúblicas soviéticas, los deseos imperialistas estaban en marcha.
En 2004, Ucrania convocó
elecciones democráticas, participaron dos candidatos, Viktor Yushchenko, pro
Occidente y el candidato Viktor Yanukovych, pro Rusia con quien se pretendía
tener el control de Ucrania.
El candidato Yushchenko pro
Occidente era el favorito en las encuestas, sin embargo, días antes de las
elecciones sufre envenenamiento con dioxina, logra salvar su vida al ser
tratado en el hospital de Viena, Austria.
El candidato pro Rusia gana
las elecciones, el pueblo se manifiesta en las calles allegando fraude,
obligando a la Comisión Electoral Central de Ucrania a convocar nuevamente a
elecciones presidenciales. El 27 de diciembre del 2004, en segunda ronda, el candidato
pro Occidente gana las elecciones con el 53.22% de los votos.
Los resultados de las
elecciones enfurecieron a Putin quien no permitiría el renacimiento de los
fantasmas del colapso de la Unión Soviética que en sus palabras fue la peor
tragedia geopolítica del siglo XX.
En Bucarest, en 2008, en la
reunión de la OTAN, Putin logra despojar las armas nucleares en control de
Georgia y Ucrania, así mismo evita que ingresen como estados miembros de la
OTAN.
En 2015 invade Crimea y la
región del Donbas en Ucrania para finalmente iniciar la guerra abierta con
Ucrania, el 24 de febrero de 2022. La segunda Guerra Fría resurgió en el mundo.
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