viernes, 13 de diciembre de 2024

COSTA RICA EN LA GEOPOLÍTICA DE LA GUERRA FRÍA

 ¿Cuál es el papel de Costa Rica en el nuevo orden mundial? La Ley Orgánica del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto establece que el Presidente de la República en coordinación con su Canciller definirán la política exterior en salvaguardia de la soberanía nacional ¿Qué tendencias está asumiendo nuestro país? ¿Cuál es la posición de nuestros líderes?

Juan José Arce Vargas
Periodista y exdiplomático

La segunda Guerra Fría encuentra al mundo con problemas mayores que la Primera, hace 40 años.

Las grandes potencias presionan a sus aliados a tomar decisiones que los favorezcan. La Guerra Fría ha vuelto, ya no es la lucha entre Comunismo y Capitalismo, ahora es una economía Global que inició desde la caída del Muro de Berlín.

La primera Guerra Fría fue ganada por la cantidad de recursos y dominio de los mercados que tenía EE.UU. a nivel mundial. Sin embargo, el bloqueo de Occidente sobre Rusia tras la invasión en Ucrania no ha resultado, porque el mundo y las empresas obedecen la ley de la oferta y la demanda, en una economía globalizada.

Informes de Inteligencia de Ucrania detectaron que los mísiles norcoreanos disparado contra suelo ucraniano, tenían componentes de fabricación de empresas con sede en Estados Unidos, Países Bajos y Reino Unido. Así mismo, Europa sigue dependiendo y comprando petróleo y gas ruso.

Moscú ha generado alianzas con China y Corea del Norte quien aportó 11.000 soldados y misiles balísticos, mientras EE.UU. fortaleció alianzas con sus aliados europeos en la OTAN y países en conflicto con Rusia, después de la guerra en Ucrania, cada potencia busca nuevas y diversas alianzas.

En Latinoamérica, países con sistemas democráticas, condiciones económicas difíciles, desempleo, pobreza, inseguridad, deuda pública insostenible, crisis de educación, recursos naturales escasos, mayores demandas energéticas, sociedades consumistas que requieren bienes y servicios del mundo, con estilos de vida insostenibles que atentan contra el ecosistema global del planeta, entre muchos otros problemas, buscan encajar en esa nueva hegemonía mundial.



La realidad Latinoamericana ha hecho que algunos países caigan en las trampas del populismo y las utopías antiliberales, las cuales continúan a flor de piel, dispuestos a sacrificar parte de los fundamentos democráticos, abrazados por siglos desde la Ilustración y la Revolución Francesa, en sus principios de igualdad, fraternidad y libertad, como solución a sus necesidades sociales.

Líderes latinoamericanos han pensado en “los males de la democracia”, los mandatos con fecha de caducidad y las decisiones limitadas en el sistema de pesos y contrapesos del Estado de Derecho, como desventaja a las dictaduras, cuyo líder decide y ejecuta, sin mayor cuestionamiento.


En Centroamérica, en algunos países, ya decidieron.

En el Salvador, Nayib Bukele, tiene casi 6 años en la presidencia, controla todo el aparato estatal y las decisiones de política exterior están en consonancia con su mayor aliado, EE.UU.

En Nicaragua, Daniel Ortega, en su segundo mandato, tiene 18 años en el poder,  su última reforma disolvió cualquier brote democrático, institucionalizando el cogobierno con su esposa Rosario Murillo Zambrana, “La chayo”, su política exterior está volcada en favor de Rusia.

En nuestro país, las posiciones en cuanto a la política exterior son ejecutadas por el presidente Rodrigo Chaves y su Canciller, recientemente el mandatario emitió un Decreto para dejar fuera a la empresa china Huawei del desarrollo de los sistemas de tecnología móvil de quinta generación (5G) en Costa Rica, alegando razones de ciberseguridad.

Lo anterior, muestra que la política exterior de Costa Rica  busca alinearse a los intereses de su mayor socio comercial, EE.UU., sin embargo, el país tiene un sistema de pesos y contra pesos robusto, el decreto del presidente Chaves fue revocado por el Tribunal Contencioso Administrativo del Segundo Circuito Judicial de San José, favoreciendo a la empresa china quien ha desarrollado la mayoría de los sistemas 3G y 4G en el país.

Costa Rica celebrará elecciones el próximo 4 de febrero del 2026, decidirá quienes serán sus nuevos líderes políticos y encargados de su política exterior, en una decisión que se especula sea entre los defensores de la democracia constitucional y los autócratas, la pregunta a los costarricenses es qué tanto están dispuestos a ceder en su sistema democrático y cuánto es posible ganar, en medio del resurgimiento de la Guerra Fría.

INGENUIDAD OCCIDENTAL, LA GUERRA FRÍA DE REGRESO

  "Los enemigos que matáis, gozan de buena salud.", frase célebre del premio Nobel de Literatura 1957, Albert Camus, en su libro Calígula, cuya exploración filosófica del emperador romano, relata de alguna manera lo que está sucediendo en el nuevo orden mundial, y cómo Occidente, especialmente EE.UU., permitió el resurgimiento hegemónico de Rusia y la Guerra Fría, en la geopolítica mundial.

Juan José Arce Vargas
Periodista y exdiplomático

Los líderes occidentales, después de la caída del Muro de Berlín, habían dado por concluida una sombra que los persiguió por cuarenta años, desconociendo que los ciclos en la historia se repiten, que los sueños imperialistas rusos no se desvanecen ni mueren cuando son sembrados desde una educación temprana en una propaganda consistente.

En 1945, en la conferencia de Yalta, cuando se reunieron los lideres de los países del Eje, conocida como “Gran Alianza”, ganadores de la Segunda Guerra Mundial, Iósif Stalin, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt, jefes de Gobierno de la Unión Soviética, del Reino Unido y de Estados Unidos respectivamente.



Roosevelt confiaba en Stalin, inclusive de forma humorística mencionaba que “se parecía a su tío Joe”. Después de la conferencia de Yalta, la URSS rompe la Gran Alianza e inicia la Guerra Fría.

Ya como presidente de Rusia, Putin da un giro a su política exterior que se orienta al acercamiento con Occidente, los enemigos se controlan de cerca. Primeramente, establece lazos con la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN), creada como alianza militar de las potencias europeas y EE.UU. para contener la expansión soviética en la Guerra Fría.

La OTAN abre oficinas en Moscú, posteriormente invita al líder europeo del momento, el Primer Ministro Británico, Tony Blair y su esposa, a la ópera Guerra y paz de Prokófiev, en San Petersburgo, su ciudad natal, para mostrar la aparente y genuina apertura.

Seguidamente, el 16 de junio del 2001, Putin se reúne con el presidente George W. Bush. Ese día en conferencia de prensa, le preguntan al mandatario Norteamericano: ¿si confiaba en Putin? El presidente Bush responde,  “Lo miré a los ojos. Me pareció muy directo y digno de confianza. Tuvimos un buen diálogo. Pude sentir su alma”.



Bush emula la actitud del expresidente Franklin Roosevelt, medio siglo antes, abriendo la puerta de una alianza que no se puede controlar, establecer lazos de amistad, en un líder ruso con quien no debe confiar.   

Curiosamente la mayoría de las constituciones políticas de Occidente tienen tradición judeo-cristiana, muchos de sus líderes se autodenominan creyentes, pero  poco acuden al consejo de la Biblia o la Torah, aunque para los judíos es diferente, reconocen quienes son amigos y enemigos y con quienes tiene margen de maniobra. Eso se observa en la guerra entre Israel y Palestina. 

Las escrituras bíblicas hacen referencias a la extrema cautela con los enemigos, con quienes no se debe entablar relaciones de amistad o confianza, inclusive menciona ni siguiera tomar objetos de los enemigos, por ser anatemas (maldiciones), como se describe en la orden de la conquista de la tierra prometida en la batalla de los israelitas contra Jericó (Josué 6:18).

Algunos teólogos van más allá, identifican en Rusia y otras áreas de Europa del Este y Asia Central, como descendientes del pueblo de Og, raza de gigantes que habitaron el este del río Jordán, Og conjuntamente con Magog, Mesec y Tubal (Ezequiel 38-39) son los pueblos mencionados en las profecías apocalípticas como participes de la última guerra de la Humanidad. (Apocalipsis 16 y 20).

Claro está, no necesariamente son verdad en su visión, ya que las escrituras sagradas del Judaísmo y Cristianismo son sujetos a diversas interpretaciones de  teólogos e investigadores, sin embargo, ante una posible guerra nuclear, ésta sólo puede generarse con quiénes posean ese armamento, siendo muy probable que constituya el fin de la especie humana y el planeta Tierra.

Con la caída de la Unión Soviética, los misiles nucleares quedaron diseminados en varios estados de la URSS. El mayor arsenal en Rusia, el segundo en Ucrania y otros como en Georgia. La OTAN ayudó a Rusia al desarme de las armas nucleares de las antiguas repúblicas soviéticas, los deseos imperialistas estaban en marcha.

En 2004, Ucrania convocó elecciones democráticas, participaron dos candidatos, Viktor Yushchenko, pro Occidente y el candidato Viktor Yanukovych, pro Rusia con quien se pretendía tener el control de Ucrania.

El candidato Yushchenko pro Occidente era el favorito en las encuestas, sin embargo, días antes de las elecciones sufre envenenamiento con dioxina, logra salvar su vida al ser tratado en el hospital de Viena, Austria.

El candidato pro Rusia gana las elecciones, el pueblo se manifiesta en las calles allegando fraude, obligando a la Comisión Electoral Central de Ucrania a convocar nuevamente a elecciones presidenciales. El 27 de diciembre del 2004, en segunda ronda, el candidato pro Occidente gana las elecciones con el 53.22% de los votos.

Los resultados de las elecciones enfurecieron a Putin quien no permitiría el renacimiento de los fantasmas del colapso de la Unión Soviética que en sus palabras fue la peor tragedia geopolítica del siglo XX.

En Bucarest, en 2008, en la reunión de la OTAN, Putin logra despojar las armas nucleares en control de Georgia y Ucrania, así mismo evita que ingresen como estados miembros de la OTAN.

En 2015 invade Crimea y la región del Donbas en Ucrania para finalmente iniciar la guerra abierta con Ucrania, el 24 de febrero de 2022. La segunda Guerra Fría resurgió en el mundo.

PUTIN, SÓLO LOS DÉBILES SE DEJAN GOLPEAR

 Juan José Arce Vargas
Periodista y exdiplomático

El 9 de noviembre de 1989, el mundo Occidental celebraba la caída del Muro de Berlín, los temores del comunismo y la posibilidad de un conflicto nuclear se desvanecieron; días después, en las mismas tierras alemanas brotaba la furia de un hombre que iniciaría la reconstrucción de la Guerra Fría.



El documental Punto de Inflexión: La bomba y la Guerra Fría, dirigido por Brian
Knappenberger, relata cómo se gestó la nueva rivalidad por el poder mundial, en un hombre nacido en 1952, en los empobrecidos patios de Leningrado -antiguo San Peterbursgo- que deambulaba con un grupo de buscapleitos que gustaban de perseguir ratas en los pasillos del colegio. Ese joven, sujeto de bullying por parte de sus mismos compañeros, decidió golpear de vuelta, convirtiendo rema en su vida que sólo los débiles se dejan golpear.

La película “The sword and the shield” (la espada y el escudo)  del director Vladimir Basov, de 1968, marcó la adolescencia de ese joven que glorifica el papel de los servicios secretos, toma la decisión de ingresar a la KGB (servicio de espionaje soviético).

Ese joven, de nombre Vladimir Putin, en un principio no era un agente destacado en las labores de contrainteligencia, más bien tenía una carrera discreta, desempeñando labores modestas en Leningrado, su misión, resguardar que todos los funcionarios fueran leales a la KGB, con prácticas y principios similares a la de la mafia organizada. Termina siendo asignado, como agente de la KGB, en la ciudad de Dresden, Alemania Oriental.



Estando en Alemania vivió la caída del Muro de Berlín, fúrico por la debilidad del Secretario General del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Mijaíl Gorbachov, en ese entonces, y sus reformas democráticas que terminaron por disolver el imperio soviético.

Conocedor de tácticas de miedo, terror y amedrentamiento, no se explicaba la caída pacífica del imperio soviético, inexplicable el silencio de Moscú, en el instante de la caída del Muro de Berlín, los consideraba que fueron débiles por no reprimir las manifestaciones pacíficas, así lo describió en el libro biográfico, intitulado “First person” (En primera persona, en español).

Rusia había derrotado a la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial, para Putin era humillante regresar a su país sin haber peleado; a su regreso descubrió una nación empobrecida con una calidad de vida inferior a la Alemania del Este, a pesar de que Rusia era el centro de la gran potencia soviética, inclusive ató su lavadora al carro, ante las escasas comodidades en su tierra natal.

La Rusia posterior a la caída de la URSS, vivía en una economía caótica. La mayoría de la población que trabajaba para el Estado soviético comunista quien centralizaba todas las decisiones de sus estados, se enfrentó a una economía capitalista, dominada por oferta y demanda, sin cadenas de suministros ni logística de empresas privadas para garantizar el acceso de productos y servicios para su población.

El pueblo ruso sufrió de escasez y hambre, comienza a repudiar las ideas liberales y el nuevo sistema democrático, llamándolo “mierda-ocracia”. Siempre habrá ganadores y perdedores, fue la época del resurgimiento de los oligarcas rusos, los grandes ganadores quienes compran las antiguas fábricas del régimen soviético a precio de quiebra, ya en manos privadas comienzan a facturar millones, estados con grandes recursos minerales y naturales.

Putin dejó de ser agente de la KGB una vez desintegrada la URSS, debiendo buscar nuevo trabajo, en Leningrado contacta a su profesor de Leyes de la Universidad, Anatoly Sobchak quien se convierte en el primer alcalde, la ciudad era dominada por bandas mafiosas, como los Malyshev y los Tambov.

Putin se encarga de manejar los enlaces de las bandas mafiosas con el alcalde, pero Sobchak pierde la reelección en 1996; encuentra trabajo, esta vez como jefe de la división de propiedades del Kremlin que se encarga de administrar mansiones, las casas vacacionales, hospitales, colegios, automóviles, yates del antiguo régimen, sus márgenes de maniobra política para nuevas y poderosas conexiones eran superiores ahora, escalar a una nueva posición como jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), antigua KGB.

Durante la presidencia de Rusia, Boris Yeltsin quien tenía una condición mental no adecuada para su cargo, enfermo con adicción al alcohol, requería nombrar un sucesor que lo protegiera a él y sus allegados, para no enfrentar cargos por actos de corrupción.

Yeltsin designa a Putin que inicia su campaña por la presidencia; casi inmediatamente Moscú sufre una serie de supuestos ataques terroristas, cuatro en total, contra edificios de apartamentos civiles.

Los ataques achacados a grupos separatistas de Georgia, dan pie a la guerra en Chechenia, curiosamente en un edificio, vecinos identifican a tres hombres en el sótano con sacos de explosivos que fueron capturados por la policía de Moscú que resultaron agentes del servicio de inteligencia ruso (FSB). El Gobierno ruso comunicó que se trataba de una operación de entrenamiento, según narra el documental de Knappenberger.

Después de la victoria en la guerra de Chechenia, Putin se convierte en el político más popular en Rusia. Boris Yeltsin abdica, dejando como presidente y jefe de las fuerzas armadas a Putin quien promete seguridad y estabilidad para Rusia, pero no bajo un sistema democrático.

El 26 de marzo del 2000 Putin es electo presidente, manteniéndose al mando del poder político de Rusia hasta el día de hoy, curiosamente lo primero que hizo fue restaurar el viejo himno nacional de la Unión Soviética, gritando al mundo que el sueño imperialista está tomando forma.

Como diría el expresidente de Venezuela que precedió al general Hugo Chávez Frías en el poder: “la democracia tiene una virtud que a veces es un grave defecto, que admite en su seno, hasta a quienes pretenden destruirla”. El Chavismo ha gobernado ininterrumpidamente Venezuela desde febrero de 1999 y Putin desde el 2000, a la nueva clase media rusa poco le importaba el sistema democrático, si tenían estabilidad económica.

Putin tenía el control político del Estado ruso, pero no el económico que estaba en manos de los oligarcas rusos, grandes ganadores de la crisis de la caída de la Unión Soviética; primeramente, estabilizó las finanzas del gobierno subiendo el precio del gas y el petróleo, permitiéndole pagar deuda, aumentar pensiones de los rusos y otros servicios sociales.

Putin quería más que sanar las finanzas del gobierno, comienza a cobrar mayores impuestos a los oligarcas rusos. A dos de ellos, Boris Berezovsky y Vladimir Gusinsky, dueños de las dos televisoras más importantes de Rusia, les expropia las empresas. El 85 % del pueblo ruso obtiene información de la televisión, controlando la información maneja los juicios y opiniones para su mandato.

Putin continua su estrategia contra los oligarcas rusos. Mikhail Khodorkovsky fue el oligarca más poderoso y rico de Rusia, una fortuna valorada en 15,000 millones de dólares hace 25 años, producto de su participación en la empresa Yukos, la mayor petrolera de Rusia que había comprado en la debacle de la URSS.

Khodorkovsky comenzó una campaña de políticas institucionales contra la corrupción, inclusive denunció a la petrolera estatal Rosneft que compró en US$600 millones otra empresa que según sus valoraciones valía US$200. La diferencia de la venta $400 había quedado en manos del líder ruso.

Esa denuncia le valió a Khodorkovsky que en octubre del 2003 fuese arrestado por evasión fiscal; en Rusia el porcentaje de condena es del 99.7 %, por lo que si es acusado es muy probable termine en la cárcel, fue sentenciado a 10 años de cárcel en la prisión de Matrosskaya Tishina, en la región fronteriza siberiana.

Los otros oligarcas sabían que serían los próximos, por lo que preguntaron directamente al presidente Putin que debía hacer para no ir a la cárcel en el documental de Knappenberger señala que Putin dijo “50 %”; necesitaba de los oligarcas para generar riqueza, caso contrario los encarcelaría, en un abrir y cerrar de ojos, Putin se convierte en el hombre más rico del mundo y líder absoluto de Rusia.

LA CAÍDA DE LA GUERRA FRÍA

 Dos visiones antagónicas de los conceptos de libertad, orden y valoración de la condición humana que amenazan y debilitan los sistemas democráticos, hasta llegar a cuestionar nuevamente la existencia misma del ser humano, ante la posible catástrofe nuclear de una guerra imposible de ganar, todos pierden.

Juan José Arce Vargas
Periodista Exdiplomático

El fin de la Guerra Fría, fue el 9 de noviembre de 1989, cuatro décadas de rivalidad por el dominio militar de las dos mayores super potencias, Estados Unidos de América (EE.UU.) y la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS), entablaron una guerra ideológica entre Capitalismo y Comunismo.

La ciudad de Berlín fue el máximo símbolo de esa división, un mismo pueblo separado por un muro. Alemania Occidental, democrática, de un lado y la Alemania Oriental, comunista, por el otro, bautizada irónicamente como República Democrática de Alemania (RDA).

Erich Honecker secretario general del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) había controlado la Alemania Comunista con opresión y represión a opositores, desde 1971 hasta 1989, con el apoyo del Ministerio para la Seguridad del Estado (STASI), una de las organizaciones de espionaje más eficaces y temidas del siglo XX.

Un lustro antes de la caída del Muro de Berlín, Mijaíl Gorbachov, con 54 años, asume el cargo como Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (URSS) debido al fallecimiento prematuro de los líderes del Partido que lo precedieron; Yuri Andrópov, 15 meses, en el cargo (1982-1984) y Konstantín Chernenko, poco más de 1 año.

Gorbachov, ante la crisis económica de la URSS, promulgó dos grandes reformas, la primera la “Perestroika” (reestructuración, en Castellano) que buscaba modernizar y descentralizar la economía soviética y la segunda, el Glasnost (en español, apertura) que dotaba de transparencia política, libertad de expresión y acceso a la información, algo impensable en un régimen totalitario y represivo.

Fue una luz de libertad para un pueblo que anhelaba una vida diferente. El 6 y 7 de octubre de 1989, Mijaíl Gorbachov se reunió con Erich Honecker en Berlín Oriental, para celebrar el 40.º aniversario de la fundación de la República Democrática Alemana (RDA), dejando claro las reformas y que no daría apoyo militar para represiones.

Honecker, jefe de Estado de la RDA, no compartía las ideas del jefe y máximo líder soviético. Los alemanes del Este sabían que las cadenas se estaban resquebrajando, con base en la reforma democrática de Gorbachov, organizaron una serie de vigilias, huelgas de trabajadores y manifestaciones en pro de más libertades.

Quizás, la manifestación más importante fue en Leipzig, 70.000 personas salieron a las calles con velas en sus manos para rodear la sede central de la STASI, máximo símbolo de opresión. Honecker quiso intervenir violentamente, pero la protesta era masiva y pacífica, por lo que no hubo aprobación ni apoyo de Moscú.

Honecker fue obligado a dimitir como jefe del gobierno de la República de Alemana Oriental, sustituido por Egon Krenz quien decide  otorgar  la libertad a los alemanes del Este para viajar a la Alemania Occidental.

El anuncio se haría en conferencia de prensa, designan a Günter Schawboski como vocero quien no tenía claro las directrices, porque no es lo usual que en un régimen totalitario se permitan ruedas de prensa, ni mucho menos con prensa extranjera con la posibilidad de repreguntar.

Cuando el periodista británico Daniel Johnson, del The Daily Telegraph pregunta a Schawboski si esa medida aplica para el Muro de Berlín, responde que la directriz es inmediata en todas las fronteras.

La noticia corrió como lluvia en el desierto, en las sedientas gargantas de libertad de los alemanes del Este, quienes se apostaron en los puntos migratorios del muro de Berlín. No había autorización oficial, fueron horas de mucha tensión, los controles migratorios no habían sido notificados, pero al final permitieron el paso al lado occidental de la ciudad, fueron días de gran júbilo que termina con la demolición del Muro de Berlín.



Procedió con la unificación de Alemania, no fue posible sofocar ni reprimir los deseos de libertad de las personas para siempre, la instauración del sistema democrático es una realidad.

Lo siguieron los países de la llamada “Cortina de Hierro” controlados por la URSS, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria, Albania y la antigua Yugoslavia que luego se dividió en cinco países, Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia.

También se separaron 11 países de la antigua URSS, en Europa, las repúblicas bálticas -Estonia, Letonia y Lituania-, Bielorrusia, Ucrania, y Moldavia; en el Cáucaso asiático, Armenia, Georgia y Azerbaiyán; en Asia Central; Kazajistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kirguistán y Tayikistán; y finalmente, con la firma la firma del Acuerdo de Belavezha, el 8 de diciembre de 1991, Rusia que se declara república independiente, fue el fin de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS).

Estados Unidos y Europa Occidental celebraron por todo lo alto la disolución de la Guerra Fría, sin necesidad de una guerra imposible de ganar, pensando que nunca más sucedería de nuevo.